Sunday, June 29, 2014

La híbrida

Es una belleza, pero no puedo explicárselas. A ninguno de ustedes puedo explicárselas. Ni a ella. Ni a él.

- "Somos muy condescendientes contigo".

Si supieras lo que habita en mí. Si hubieras conocido al monstruo a tiempo y en toda su gloria; si alguien lo hubiese visto... Porque sus garras se arrastran desde lo más íntimo hacia las patas de una araña que intercambia acertijos por una entrada a través de mis láminas... El papiro exquisito. Todo estaba ahí. Cuando recuerdo sus modos de incendiarse, de pronto, yo aún niña, me estremezco con el tacto doblado y los ojos cerrados. Mis ojos se aprietan como cosidos, como si no se respirara también por los ojos, como si fueran a comérselos los pájaros que tanto he adorado durante mi vida, incluso admirado su violencia, en el encuentro. Y esa admiración, tales ojos... ¿No fueron también paganos? ¡Qué ojos, qué labios, qué oídos, que me atraen hacia orco, sin morir! Sin morir... Y en tantas ocasiones que te he tocado, Leteo, Leteo... Tantas, como los gritos que se anidan en mi pecho, el acuario, el baúl... Y lo mismo les es la noche que el día, en tanto el vaho correcto, mi vaho, aun mi amarillo, se asome por dentro, un segundo, dos. Y los busco. Mis vahos. Los busco... ¿Por qué los busco? La ninfa, la niña, quien sea ella, ella, se aturde, se canta, se aúlla, se pierde, se predice, se envenena, intenta acabarla. A ella. ¡Ella! ¿Quién es la otra? Cualquier cosa, menos esa criatura inmencionable. No te considero. Alteración. Agitación. Bulla. Todo es una barahúnda... Desconcierto. Un desconcierto en crescendo, y las notas acelerándose como una estridencia perfecta y ácida, incontenible. La ninfa, la niña, quienquiera que sea, ella, con presencia de árbol. Petrificada. Una cadáver con las venas colmadas de algún espíritu mezclado.

Los dientes solo son servidores-candado. Nada la libra. Nada la libra de la agresión en su garganta, las hormigas palpitantes, el cráneo de laberinto, los acordes de la que parece averno, de la que posa sus manos hasta lograr que la híbrida se encorve. Hasta que se enrosque en sí misma, y la que parece averno pueda brotar-se, tomar a la ninfa, tocar a la ninfa, rasgarla, a quien sea ella. Pero la híbrida. La híbrida es un hálito gris, frío, impenetrable. La esfinge, la libro, la hastiada, la monstruo, la niña, la negro, la rojo, la verde, la azul, la miedo, la bruja, la que caza, la que huye; y en todo, una eterna fugitiva.

Si pudieras verlas. Si pudieras sentirlas en mí, rozarlas siquiera... ¿Entenderías a la niña? ¿Hallarías al monstruo? ¿Ves, acaso, a la híbrida?

Esta soy yo, una híbrida, una esencia partida entre la que me asusta y la que teme, y la que es ambas y las ama y las odia, pero odia más el estado de morir en vida, la ausencia de almas, la tenencia de un quid que se presenta ilimitado, fantasmagóricamente ilimitado, ilógicamente lógico y lógicamente fantasioso, que se alimenta en un lago que nadie más ve, que maldice los colores aunque estén en sus riberas... Y tú, que me das un nombre de luz, que permaneces en tu lago, pretendes matarlas, como yo las he querido matar, asesinar, destruir... Pero las amo. ¡Cómo las amo, y las maldigo! No. Que el regocijo te lo dejo, pero me asustan esas sustancias, las que esa mujer me dio. ¿Me conoceré de nuevo? ¿Y tú? Tú nunca las supiste.

Friday, June 27, 2014

Esta noche

Te diriges hacia lo que se debe
Te diriges hacia lo que debe ser
Te tiento con las manos los oídos
Te rozo el viento con mi
voz de acordeón
dolida, encerrada, rasgada en intento de librarse
de todos los fantasmas
tuyos también
varios

Cubro con las mantas nuestra historia
Cubro con mis dedos el rojo
Ignoro el barullo, mi alrededor
Yo no busco un deber externo
Si lo hiciera,
Si lo hiciera...
No pensaría en ti
No me mordería los hombros
Los codos
La sangre
En donde te tengo
En donde te encuentro
Madre,
Madre, y decido coger
Una nota
Un pedazo de sonido
Y

Y salpico mi sangre en tu rostro
Y te grito los fantasmas que me acosan
Y te cuento el cuento de un demonio
Con alas
Un demonio que me deja anesteciada,
Inmóvil,
Con el hálito invertido
Negro
Tan negro que no
Sabes
No sabes todo lo que escondo
Y tú, madre, no ves
Que el deber interno me obliga más
Que ponerme una capa y cocinarme hasta
Vivir como tú, como ellos, como todos
Como alguien que no soy yo
En un lugar que no es mío,
Reemplazada por una imagen inmortal e inmutable
Madre, me he vaciado en ti
Me he desnudado como un recién nacido
Pero la luz
La luz de mi nombre
Ha sido violada.
El demonio, madre.
Esos seres abismales que
me hacen temblar el cuerpo día a día
Y lucho contra lo invisible
Y no sé
Y si, madre, te contara
Y si, madre, te tocara
La cara y proyectara desde mis ojos
En los tuyos, el todo
Mi historia sin ti
No me pregunto por conmiseración
En tu mirada
No dudo de tus labios
Madre, tus ojos son secos
Tan secos que no hallo calidez
Madre, ¿cuánto tiempo me has mentido?
¿Cuánto tiempo alargas tu mano para darme,
para encontrarme, para dejarme?
Y yo, desnuda, tan desnuda
Desolada
Maldecida
Hastiada
Anesteciada
Ignorada
Olvidada

Y en estos momentos, te veo el rostro, lejano
Y tantos días en los que fui una extraña
Porque nunca quepo en tus ramas
Soy el olvido; soy el desdén,
Me maldigo y estrujo mis sombras
Estrujo todas mis sombras
Y no sé si maldecirte,
Porque en mi alma rota y sangrante
Toda la oscuridad concedida
Me sabe yo
Y yo soy
La oscuridad

Wednesday, June 25, 2014

Mucus

No sé si es mi mente, mi cabeza o mi nariz un revuelto. Mis ojos también están algo perdidos. No importa.

Muchos sujetos andan. Muchos sujetos me andan... Yo no los ando, pero pareciera.

Mis pies se esconden
debajo de algo
y están helados

Creo que me acerco a empezar a romper rutinas y promesas. Ya el tiempo me concederá nuevos días.

Si supieran mis pecados, esos pecaditos...
Y estar aquí? Y sentir mi frío y la luz?

Thursday, June 5, 2014

Haupt

He tratado de explicárselo a alguien nuevo. Le he contado de mis garabatos mentales, de todas las líneas y curvas que rodean mi existencia. He compartido algunas de mis capas y melodías. Un extraño que navega en un mar muy azul y no le teme a las criaturas de las que siempre he huído. También le conté de ellas.

Es poco impresionante, pero útil. No busco solo utilidad, pero es lo que queda, lo válido, lo intocable... Le huyo a lo tocable, aunque venga de un viajero instalado en un mar, le huyo. Pero me atormenta saber que siempre habré sacado de un cuerpo solo una sustancia y luego no más. Y luego, no más... No más, porque, además, soy un laberinto. No sé a dónde se dirige mi alma y lo he dicho con tanta pasión que este sujeto pareciera entender. Es gracioso, porque no he notado la profundidad de su esencia, ni he probado su sensibilidad en absoluto, pero el sujeto (demente) cree que mis explicaciones sobre mis propios procesos cognitivos, escondidos y arcanos, son totalmente coherentes y claras. No le creo del todo, pero logro arrancarme las heridas aunque sea para ponerlas en alto, en frente, visibles al fin, porque sus tardes son tan aburridas que ha decidido escucharme. Yo me la doy de bardo, de poeta; y él, de aprendiz, una esponja viviente. Un visitante, efímero como otra ave, que le trae algo de paz a mi -también- vuelo. Yo soy un pedazo de hielo con esquinas bordeadas de sol. No soy más. Todas las personas me saben a una tecla morbosa que me toca los oídos y luego danza hacia el aire, hasta desvanecerse.

Mi cabeza está en otro lado. No sé dónde estoy ni qué me ocurre. Mi único entendimiento se ha asentado en la mutabilidad, en la incertidumbre, y en la certeza de que la oscuridad ha vuelto a encantarme. Me siento condenada por una palidez invisible... No puedo explicar nada. No sé cómo explicar nada. Ese sujeto es el único que entiende mi desorden, por lo menos ahora, o por lo menos le hace justicia a un rol que me sirve de momento, para no sentirme aún más desquiciada.

El mundo es lo que es. Pero nadie sabe qué es eso. Vivo rodeada de construcciones sociales que me empujan sin misericordia hacia calles demasiado transitadas. Las sigo, y me enamoro de cada cosa en el camino. Me enamoro de cada materia, de cada sustancia, la hago mía. He hecho mías a tantas cosas que no tengo dudas de que el problema no es mi capacidad; mucho menos mi pasión. Algo me acosa desesperadamente. Yo sé que todos andan por las mismas calles y son felices o creen serlo, o creo que lo son. Ya pude ver que todo esto era un juego para mí. La calle es un patio de juego. Un patio de juego. Cada libro es un entretenimiento, un conjunto delicioso de sensaciones y armas perfectas para más sensaciones. Las personas andan por el mundo, en los mismos lugares que yo, pero sus calles no son juegos. El juego no existe. El juego existe. Ellos andan tan consumidos que me asusta y me revuelco en mí. Pero no me importa. No me importan. El egoísmo me priva... Repito que algo me ocurre. Mi mente es insaciable e insiste en aislarse. El dolor no es dolor. Solo hay un pedazo de roca y mil fantasmas de mi propio yo, rondándome. Nadie nota el cansancio ni la sangre. Nadie ve el sudor ni las lágrimas. Ninguno de estos elementos está. A veces, me pregunto si realmente será que soy humana. Y de humanidad, igual poseo la parte más monstruosa. Estoy cansada y no me importa nada. Miro por la ventana y me conquista el cielo rojo, que nunca entenderé por qué solo es rojo en mi ventana, todos los días del año, y solo en mi ventana, en esta misma, como destinado a seducirme...

Saturday, May 24, 2014

Extraños

Los instantes de imágenes que mi mente reproduce me producen terror. Son terroríficos.

El día es hermosamente gris. Hace varias horas, vi que el cielo se ponía colorido y temía que el día fuera soleado y caliente, pero mis manos están satisfactoriamente heladas... Me estaba vistiendo, pero quedé a medio vestir y terminé metiéndome en la cama, a pesar de los "invitados" afuera... No sé por qué, pero hay detalles que me hacen preferir no verles las caras a las personas. Pequeños detalles cambian todo. No sé si sean tan intensos como el efecto mariposa propone, pero lo que yo sepa que pueda pasar por sus cabezas me limita, y mucho. A veces, tengo la sensación de sentirme desnuda delante de personas, y no desnuda de cuerpo, ni siquiera, ni de alma, que siempre estoy, sino respecto a momentos, entornos y seres, y más seres, y todo es una estúpida relacion con alrededores, nunca conmigo. Detesto que las personas entren en los círculos más cercanos a mí, pero que no son yo, e igual siento que soy un lobo con el territorio atacado y eso me hace gruñir, pero una alternativa fácil siempre es no estar. No estar y no ser. Ser invisible. Estaba molesta de que Naty intentara decirme qué hacer, de todos modos. Naty es una persona que ha estado ahí por muchos años, pero hace mucho que dejé de verla y, a veces, decide aparecer, y cree que es divertido decirme estupideces. No soy el tipo de persona sensible a la que le moleste que le digan cosas desagradables, pero sí soy el ''tipo'' de persona que se enoja cuando alguien ve y habla de cada uno de mis movimientos. Prefiero a personas distraídas o indiferentes. Como sea, tengo hambre. Pero no saldré. Fingiré estar dormida, o muerta, lo mismo es.

Monday, May 19, 2014

Polifidelidad

Habíamos tenido una pequeña conexión. El sujeto es hermoso, de verdad. Hermoso. Una parte de mí quería huir cuando advertí sus concepciones sobre el amor, pero, quizá por la maldición que me ha tocado en el cerebro, la intriga no me dejaba en paz. Hablamos mucho y ahora mi mente tiene un garabato más a los comunes y habituales.

Sí, siempre he sido un poco desquiciada, y siempre me he sentido algo bastante abandonada e incomprendida. Siempre tengo este intenso miedo por atarme a alguien, por llegar a amar como las personas lo hacen. Suelo ver que mis modos se alejan de todo esto y, simplemente, mis procesos cognitivos, en tanto se trate de elementos emocionales o informativos, son abismalmente diferentes al del resto de personas. Por supuesto que esto solo es algo observable desde donde estoy parada en este instante. No puedo saber si las personas, en realidad, no esconden una sensibilidad como la mía, pero no lo creo. No lo creo, de verdad. Entonces, ahí, donde me hallo tan extraña e irreconocible, como si, a pesar de que intentara explicar mis emociones, nadie es capaz de entenderlas (o sus formas), encontré que hay otros como yo. No exactamente como yo. No he hallado todavía a alguien que sienta como yo o piense como yo, y quizá nunca lo haga, pero este sujeto tiene una concepción tan extraña sobre el amor que me quedé algo perpleja y algo fascinada (sobre todo cuando descubrí que su enamorada estaba completamente de acuerdo con que él esté interesado en iniciar una relación amorosa con otra mujer, y ella también quiere formar parte de ese mismo amor). Parecía una locura muy egoísta de parte de un hombre, pero, luego de conversar con ellos, la verdad es que estoy muy confundida. La forma de verlo, para ellos, es amor y más amor y, luego, aun más amor. Mientras más personas, más apoyo y fidelidad. Un grupo cerrado para personas que se aman. Lo más gracioso de todo es que este precioso sujeto es estudiante de psicología. No es que eso le dé crédito, en absoluto, pero todos sus modos iban tanto hacia esa dirección de persona calmada y llena de afecto que no podía evitar reirme frente a él (y bueno, ella). Las cosas se revolvían en mi cerebro y me daba mucha gracia que yo misma pudiese ser tan abierta que me preguntara si realmente podría yo llegar a concebir una relación cerrada y poligámica, fiel. Y ¿cómo sé yo si soy fiel? Ni siquiera he tenido una relación seria de las "comunes". El sujeto me desanimó un poco y me dijo que aún tengo que experimentar antes de saber lo que quiero. Y sí, he sentido atracción hacia mujeres antes, pero no me interesa tener un contacto totalmente sexual ni amoroso con una. A veces, quiero a un hombre. Pero si pudiera tomar las cosas con mucha más ligereza y andar por el mundo sin sentir celos (libertad que estos sujetos proclaman), quizá sería una aventura hermosa. Es una locura. Estoy muy loca. Ellos también lo están. Nadie tiene por qué saberlo, ¿verdad? Lo único malo es que ellos parecen estar llenos de amor y paz. No son hippies, simplemente parecen llenos de alegría y amor. Realmente. Es espeluznante. Irradian demasiada tranquilidad. Pero yo soy todo lo contrario: un terremoto andante, extremadamente lógico, demasiado directo y poco amable. No podría caber en su mundito. No puedo caber en el mundito de nadie. Soy una desgracia, un desastre... Pero fue muy bello. Creo que empiezo a infatuarme (temporalmente, quizá unos días). Reitero que estoy muy loca.

Saturday, May 17, 2014

An ending


Esquinas

Me trago todo con fuego en los ojos. Me sangra el pecho y cómo quisiera arrancarle a otro ser el corazón de víbora para andar en paz. No. Jamás. Este hoyo se dibuja en mi entorno y las voces me siguen.

La verdad es que todos son una verdadera porquería. No me importa lo que tengan que decir. Yo siento que ya los he visto a todos. Sigan con sus maneras simples. Sigan con el rumbo perfecto a lo conocido y habitual. Contágiense la indiferencia, que eso nos hace más humanos.

Ignora, tú, que debajo de mis palabras yace algo más ridículo que la propia estupidez. Ignora que intento abrirme, que soy un hálito interrumpido por bloques tan gruesos que me asfixian y marcan paso en filas lejanas y altas. Todos se largan. Todos tropiezan. Ignora, tú, que mis lagos se turban para que encuentres un reflejo. Ignora todas mis palabras, que solo son banalidad. Y yo, sin virtud, sola con un par de tentaciones comunes. Y yo, absurda, que, con algo de esperanza, te jalo las esquinas...

casual

"Curiosidad casual"... A quién le importa. Y a quién le interesa el origen de mis modos o ellos en sí. A nadie le produce una rosa, ni un mísero pétalo que roce una mejilla (y veo los árboles y jardines verdes, más verdes que el amarillo redondo que se oculta detrás, el cabello marrón ondeado y la libertad en las lágrimas más hermosas) en esta inmundicia.

Hay aceite cubriéndome. Me sofoco tanteando mentalmente la banalidad de una crítica hacia algo tan carnal. No sé si todos usen máscaras y si, al quitárselas, serían más yo que ellos, pero no concibo sus formas. El aceite empieza a luchar por fluir-me como un río y las uñas de mi gata tocan los cajones de madera... ¿Qué soy? ¿Qué es de esta sustancia en decadencia y las horas que me han pasado por el hombro, los ojos y debajo de las piernas? Que algo cierto he escuchado en estas horas: me mantengo en una frialdad tan ridícula que mejor sería que fuese a morir, pero los miedos se han apoderado de mi reino de vida (una imagen de un libro con olor a viejo, celeste-verde y con historias de niños viola mis sesos). Que huyo al pasto solo idealmente, y me mantengo hecha un insecto, tragando desperdicios y bebiendo mi amargura. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no seguir, vaga o intensamente, con el juego? La tentación de competir, ¡qué tal pasatiempo! Sigo deseando que los relojes no existan sino solo el de un conejo blanco que me guíe, de algún modo, a otro mundo-

PD: Acepto conejos azules, también.

Monday, May 5, 2014

Bookends



Time it was
And what a time it was. It was
A time of innocence
A time of confidences

Long ago it must be
I have a photograph
Preserve your memories
They're all that's left you

Friday, May 2, 2014

Dear darkness


Dear darkness
Dear darkness
Won't you cover, cover
Me again?

Dear darkness
Dear
I've been your friend
For many years

Won't you do this for me?
Dearest darkness
And cover me from the sun

And the words tightening
The words are tightening
Around my throat

Thursday, May 1, 2014

Fletus

Me duele y me pesa tanto. Me da náuseas. No sé qué. Solo sigo recordando la noche en la que tomé todas esas pastillas. Algo se revuelve en mi interior mientras cobro conocimiento de que mis amistades se empiezan a desvanecer. Nadie sabe. Nadie tiene una idea, y se han reunido en mi ausencia. Nadie sabe de esa noche.

Cómo quisiera que la muerte no supusiera dolor o probabilidad de error. ¡Maldita madre la mía que decidió tenerme para arreglar su maldito matrimonio! ¡Maldita! ¡Maldito mi padre por acceder! Me pregunto por qué, basado en lo que me dijo mi madre, en las noches en las que quería agarrar un cuchillo y matarse, no comenzó por matarme a mí, que no tenía la culpa de nada, y merecía morir primero. Cómo odio todo y le temo a todo. Soy una maldita cobarde, hedonista exagerada y no me interesa. ¿Que nadie entiende que no tengo a dónde voltear? ¿Nadie ve que mi existencia es un dolor aguantado? Estas noches, lloro por dos motivos: que, luego de mi última experiencia de intento de suicidio, le temo al momento anterior a la muerte, sobre todo si es duradero y tan doloroso como la última vez y, porque quisiera no existir. No se trata de un problema de autoestima. Esas son estupideces. El problema no soy yo, en esencia. El problema es que todo a mi alrededor es un conjunto de heces hechizadas parecer algo más, pero heces al fin. ¿Qué maldición es esta cosa, la vida, que me tiene casi obligada a vivirla, con tanto miedo y dolor, con tanto llanto aguantado y una soledad tan extrema que me pesa la humanidad que, desgraciadamente, me ha sido dada en demasía? ¿Por qué no se me dio el don de la insensibilidad o de la maldad natural? ¿Por qué he de esforzarme por hacerme tan monstruosa que pueda sobrellevar tanto dolor? ¡Cómo odio este mundo! ¡Cómo odio todo y a todos! Pero no hay nadie aquí que escuche el ardor en mis palabras. Nadie. Nadie. Nadie. Algo me tienta a huir por los árboles que percibo por la ventana. Quizá pronto le haga caso a esos instintos. Por ahora, y quizá la pena sea en parte la culpable, el cansancio me tiene lo suficientemente anesteciada como para permanecer inmóvil. No digo más.

Lullaby



Cross over and turn
Feel the spot, don't let it burn
We all want, we all yearn
Be soft, don't be stern

Lullaby
Was not supposed to make you cry
I sang the words I meant
I sang

Dimisit

Me despierto en medio de sueños y pesadillas. Sus rostros no se han desvanecido totalmente. Los detesto. Los detesto a todos. ¿Por qué no se largan en formas de humo y me dejan en paz? ¿Por qué, luego de toda mi tranquilidad, los temblores vuelven a mí y me dan tiniebla? ¡Cómo detesto recordar! Una nada de nadie, asquerosamente, recuerdo que nunca seré yo la elegida, que nunca habrá un filtro para llegar a mi esencia. Pero fuera de cualquier elección ajena, permanezco enclaustrada con mi arte de expulsión divina, sin iluminación o con ella: soy solitaria. Porque en rostros y torsos como los míos, solo cabe la sensualidad. Y porque, aun en lo que la trascienda, el que pueda ver es siempre un mero observador, o un débil que busca lagos rebosantes de letra y miel, incluso un poco de amargor. No podría decir que solo es en esta esfera que me encuentro desierta: sin las perlas anfitrionas, los amigos se largan. Hay mil dagas en mi cuerpo, pero ni un solo movimiento. Soy firme y fija. Estoy helada. Demasiado helada. He cerrado mis ojos para no ver. He cerrado mi boca para que mi aliento no deje sonar la humanidad que siempre me acorraló los modos y me hizo sentir intensamente. Soy un pedazo de hielo y mármol. Sigo el juego que me proponen. Ando en el placer y sonrío con éxtasis ante cada pedazo de masa y hemoglobina, como si pudiera saciarme en su extinción lenta; como si fuera a suprimirlos. No sé qué soy, pero sé que no soy la mujer que encuentra calidez o roces; sé que no soy la que es elegida, ni la que pertenece o a la que alguien pertenezca. Ni aún entre lazos sanguíneos, familiares o amicales. Creo, en parte, que es mejor no serlo. Es preferible tragarme la verdad. ¡Cállate, razonamiento escéptico! Ya te he mostrado la realidad. El resto de lógicas son banales. Déjame mecerme un rato con la idea. Déjame la pizca de sedación. No sé por qué necesito abrazarme a mí misma. No sé por qué siempre vuelvo a la misma habitación, con las luces apagadas, y lucho con puños y garras porque alguna lágrima caiga y libere a mi pecho del tumor de cristales que me trajo la maldición de la vida. Que yo fui un intento de enmendar lo roto, y siempre he estado rota. Nadie me da firmeza, pero yo soy firmeza. Nadie me da fuego, pero en mis ojos explota y sucumbe al resto de mi todo hasta que la vida que me sea un renacer tan harto de incendios que todo lo que pueda caber en mí sea el frío glacial, sanguinario y brutal. Mi cuerpo y sus tenores son de hielo. Pero ni lo gélido parece hacer desaparecer tanta condenación. En los anocheceres, me visitan formas endemoniadas, fantasmas del pasado con armas negras. ¡Qué asco la memoria y el veneno! Contribuyan a mi frialdad intensa, ustedes, llagas hambrientas, que me recuerdan que fui la nada de alguien. Realmente. Yo fui la nada de alguien. Fui esa basura, ese pedazo de caca, ese vómito hermoso que traía algo de arte a esa vida escasa e hinchada, al receptor más dulce y amargo. Qué barbaridad que yo aún me esfuerce por jugar tan fríamente. Quiero ser la maldita villana. Déjenme serlo. Déjenme ser la maldita serpiente de lengua bífida que ahorque lentamente al ser más indefenso. Quizá entonces yo también traiga el terror a las noches de otro ser, que me aborrezca y grite en el rojo y negro que la realidad es una estulticia vestida de estiércol comestible, que le di a tragar bruscamente y sin piedad, luego de que mis bordes dulces le estrujaran toda gota de sangre y lágrima, y que de mis astros brotaran miles de cristales que mostraran el reflejo de un yo amarillo y colmado de mar. No. No soy yo quien usa esos modos. En el susto del deceso, susurran mis vísceras y escucho sus llantos. He oído la voz de la muerte en la membrana más íntima. Logro recordar. ¿Cómo puedo beber tanta sangre, si recuerdo esa sensación viva? ¿Cómo puedo tragarme la maldita empatía que me ha condenado por tanto tiempo a ser una débil más? Que mi fuerza es una necedad. Busco el flujo ajeno para bañarme en él. Deseo la mirada de Lilith, y sus dientes, también. Siento que desfallezco mientras cambia mi estructura. Muero de miedo. Muero de miedo. ¡Muero de miedo! Y el monstruo en el que trabajo arduamente, conquistador de bordes y planos, que me sabía tan cercano, solo es un garabato sobre el que no logro decidir. Me espera un plato hondo de cereal con leche. Por ahora, este es mi único abrazo, mi único calor, mi único arrullo. Quizá, entonces, yo también sea libre.

Cubili

Ojalá no lo recuerde. Que no lo recuerden. No me encuentren. Me escurro en un lecho duro y ya no encuentro vestigio de mi sangre. Se ha ido, pero retorno a unos meses pasados, con un cigarro en la mano y dos cajas repletas al lado, una lata traída de China con datos históricos como cenicero, las cortinas apagadas, el pijama puesto, la puerta cerrada y el cuerpo semi-extendido, en una posición algo incómoda, para poder sostener la laptop en la que ahora escribo. Me proyecto a deleitarme con un diálogo de insania. Acabo de percatarme de que sigo con sueño. ¿Por qué tuve que despertarme en medio de la madrugada, y no ir a dormir sino prácticamente a las 6 de la mañana? Y, claro, como nadie pretende hacerme la vida fácil, me despiertan en el día de feriado para preguntarme si tengo deseos de ir al campo. Obviamente, no los tengo. No significa que no me guste el campo. Amo el campo. Amo la brisa fría en un día soleado, la tranquilidad y el silencio, los animales silvestres y los prados verdes. Pero todo sería más sencillo si no tuviera que socializar; si no se esperara que hable o ponga una sonrisa en el rostro. Me pesa la respiración. Maldita sea. Sueno como si estuviera dormida. Hoy el día se me hace largo, y así quiero contenerlo en mi mente, porque se me suelen desvanecer entre los dedos los días libres, sea que fueren otorgados por algo externo, o por mí misma... ¿Será que sueno ridícula? Porque me siento ridícula. Me siento excesivamente ridícula, estúpida, absurda y somnolienta. El humo me ha de haber conquistado. No importa. No importa nada.

Saturday, April 26, 2014

Vis et temore

Quién me diera el sabor de una familia, uno que no me sepa amargo. Durante centurias, todos los rostros que me rodean se asemejan a manchas, miles de manchas opacas... ¿Dónde está mi fuente de poder? Mi riqueza no puede andar concentrada en mí solamente. Suelo ver la poca debilidad de mis modos al no tener a nadie a quien extrañar, porque extrañar no es parte de mi naturaleza, ni tampoco amar a esos seres que siempre me han rodeado, de una familia destruida, pero sanguínea al fin. Qué bello ha sido sentirme liberada de toda pena, con apenas unos roces de rencor inconsciente, suficientes para regalarme alborozo y placer sonriente... Suficiente para hacerme desear sangre dulce. Qué horrible ha sido, hace una semana, prácticamente, descubrir la asquerosidad del saber mi muerte a unos pasos, y la vida con apenas una porción exigua de aire por el segundo que se es concedido de inspiración. ¡Qué horrible sensación! Me ha trastornado tanto los papeles, el pincel, los lápices y el lienzo: todo el arte se ha fundido hasta un tiempo indefinido, quizá infinito e inmortal, como un jamás o un nunca. Entonces, si me sabe amarga la sangre en los labios, o presiento algún tipo de trauma por lo vivido, todo se ha desorganizado en mis esquemas, y ya no puedo ser la misma. O no sé si puedo. Esto me afecta enteramente y mis cejas tiemblan, como mis dedos y las cortinas cerradas que evitan el día. Mi tranquilidad fingida, pero verdaderamente tiesa, se ha ido. Mi rigidez se ha largado. Y si no puedo tomar con seriedad mis deseos de delicia mortal, ¿dónde se halla esa fuente de calor? ¿Qué justifica mi soledad? No consigo confiar en nadie y, sin embargo, algunos seres han sido por siempre considerados, aun irrazonablemente, incondicionales. Esos seres en la distancia, que mi cuerpo y mi alma repelan. Aquellos que juré que nunca vería más en cuanto pudiera escapar. ¿Será que son ellos el refugio perfecto, el jardín secreto, la daga dadora de victoria y felicidad? Porque al pesarme tanto la libertad, me hallo enclaustrada con mi padre, y sus modos me irritan excesivamente. Con mi hermano, creo que la lealtad no se ha marchado del todo, pero la indiferencia ha reemplazado la admiración que algún día le guardé. Mi pequeña hermana y mi madre viven en otro mundo, y extraño a la primera, y cada vez ignoro más a la segunda. Qué lío. ¿Por qué intentar encontrar calidez en ellos? ¿Por qué unificar un fiasco? ¿Por poder? ¿Por mi maldita y hermosa ambición? ¿Para sentirme tan alta e invencible? No se me olvida el diagnóstico. Nunca lo mencioné a ustedes, forasteros, por cierto, pero mi diagnóstico dijo, entre otras cosas, que soy narcisista. Quizá esto sea parte de mis modos narcisistas. No lo sé. Pero quién me diera el saber de una familia... Creo que, de algún modo, sigo intentando alcanzarlo. Huyendo de la víbora principal, quizá algo de paz o alivio encuentre. Quizá halle fuerza y fuego, también. Por lo menos, durante estos años, en los que he de decidir si desapareceré hasta siempre, o tomaré mi nombre como una espada y guardaré a mi familia como a los míos, como míos a quienes debo mi lealtad eterna. ¿Por qué persigo depositar mi lealtad en algún lado? ¿Por qué? Sí, estodo un tema de poder. Es, en parte, un asunto de impresiones. Pero que mi familia no parezca la típica buena familia, sino un club de seres poderosos y fuertes. Son disparates. Yo soy un disparate, también. Es cierto que también necesito excusas para construir el nuevo hogar que tenemos en mente. No hay otra escapatoria, por ahora. Debo aceptar la realidad: nunca amaré del todo a mi familia. Nunca seré una de ellos. No le pertenezco a nadie y nadie me pertenece. Pero que me hagan el bien que quieran, con tal de que no intenten cortarme las alas, porque mi viento siempre ganará el primer lugar. Que el odio y el rencor solo duren hasta que pueda huir en mi soledad, aunque sea para siempre miserable. Y qué miserable sería darme cuenta de que jamás pude confiar, porque no sé cómo. Y siempre, en mi mente, recordaré, así como recuerdo ahora tan inevitablemente que desfallezco en odio y cólera, que la muerte, aun si la deseara, ahora me mata de miedo. Que, al haberla probado tan de cerca, nada me asusta más. Soy una idiota, una estúpida, por haberme creado un trauma tan ridículo, a esa cosa a la que nunca le temí y que tanto buscaba. Qué maldición vivir ahora con este miedo infinito, y saber que mi soledad, mi tristeza, mis demonios y mi amargura no tienen escapatoria, porque aun la muerte sería más intensamente dolorosa, hasta que se haya consumado, y el tiempo de espera podría ser asquerosamente eterno...

Slow Dawn


No hay una canción más mágica, que pueda hacerme recordar esos jardines secretos que de niña recorría, y aún ahora, a veces, algo inconscientemente, cuando algún portal, sea cual sea la forma, se muestra tan atractivamente que logra conquistar mi alma, que empieza a danzar con y hacia él, seducida inevitablemente... Entonces estoy ahí, embelesada y ciega, mesmerizada, conjurada y esclavizada en tanto el espasmo de mi alma la suelte, aunque siga viéndose tan libre que yo misma me sienta redimida, en mi todo, también. Podría partirme en pedazos de momento cada vez más pequeños, hasta que el tiempo ya no sea, como en las aporías de Zenón. Hay más de un camino de llegar a la inmovilidad. Y me pregunto si, en la inercia más perpetua, el quid de mi espíritu seguiría danzante...

Monday, April 21, 2014

Silentium

Querían que les prometiera que no lo haría de nuevo. Me lo pidieron. No puedo prometerlo. Hay muchas imágenes abstractas y negras apareciendo y desapareciendo. Qué enigma tan asqueroso. El susto por el modo de mi intento de acabar conmigo... No sé si sea suficiente para asustarme respecto a la muerte misma. No puedo prometer nada. No lo pude prometer. Ambas cosas me aterran. Todo me aterra y me sabe amargo. Y lo único que queda resonando en mi cabeza es que hubiera sido más fácil no ser, no estar, nunca. Y aquí estoy, aceptándolo todo, muerta de miedo, pero viva y terriblemente consciente. Siento que enloquezco. Enloquezco y ya bebí todas mis pastillas medicadas. ¿Cuál es mi senda? No tengo idea. De verdad, enloquezco. Estoy inmóvil, pero en mi mente suceden cientos de actos por segundo. Silencio, no me salpicas nada hoy. No debería siquiera dormir. Odio tener práctica mañana. Odio haberme ofrecido para hacer una investigación corta que nunca pude comenzar. Sí, tengo suficiente intelecto para hacerlo todo en menos de 5 horas, en realidad, y quizá menos, pero siempre me he sabido perder en mis jardines, y ahora no es de un modo tan pacífico. Siento como si algo me llevara involuntariamente a recorrer todos mis lados y secciones de modo demasiado veloz. Acabo de notar que no estaba respirando. Quizá sea eso. Me largo.

Sunday, April 20, 2014

3

Los tiempos se separan y soy un ave congelada con ojos de lobo. Se pasan las horas y sigo clavada a mi cama. Los deberes que no habrían de preocuparme se me hacen un pedazo más de curva que agregar a los garabatos mentales que llevo siempre conmigo. Pronto vendrá mi hermano del aereopuerto, y no tengo dudas de que también sabrá la historia para cuando me vea. A mi madre también se la contó mi padre por teléfono. Nadie respeta mi privacidad. Ahora pareciera necesario que todos sepan que intenté suicidarme. Incluso un tío mío me mandó un correo electrónico ayer, que recién pude leer hoy. Una parte de mí siempre ha detestado que cualquier ser se atreva a entrometerse y/o divulgar mis asuntos, pero en estos días siento una muy horrible sensación de agradecimiento. Digo horrible, porque empiezo a desvalorar lo que valoraba y viceversa. Digo horrible, porque es horrible darme cuenta de que, de pronto, también tengo ese miedo que siempre llamaron "natural" a la muerte; que de pronto sí me daría miedo que alguien se me acercara con un cuchillo, y que me da felicidad saber que hubo personas que, en la noche de mi intento de suicidio, intentaron salvarme, y/o que ahora están, de algún modo, preocupadas. Es una extraña sensación, porque siempre he odiado que la gente se entere de mis asuntos, pero, por alguna loca razón, es algo agradable descubrir que las personas más frías y mudas tienen algo que decirme.

Una voz de mujer despertó a mi madre a las 3 de la mañana mientras a mí me llevaban a emergencias, en la noche de mi intento de suicidio. Algunas vivencias extrañas nos han ocurrido a ambas desde siempre, pero esto me dejó algo perpleja.

Soy un trozo de abismo con carne que no sabe nada y cree en la fantasía más que en las dimensiones percibibles, pero, ahora, le temo tanto a lo percibible que no sé dónde quepan las demás figuras. De pronto, tengo ese miedo terrible de seguir en el juego o salirme de él. A ambas cosas les tengo algo de terror. Qué indefensa y oscura me siento. Y si alguna luz apunta hacia mí, ¿de dónde viene? Con tanta debilidad pasaré los días, como cualquier otro que no sabe dónde está el comienzo del fin y se pierde para siempre. Se me hace horrible pensar que estos sentidos no sean escapables, y que me vea obligada a quedarme con ellos, hasta que pierda la noción o la vida, y la vida, sí que es caprichosa.

Saturday, April 19, 2014

Medium

Nunca antes había tratado de matarme con pastillas. Nunca. Es la cosa más estúpida que pude haber intentado. Acabé en emergencias y me pusieron una inyección intravenosa.


Pensé que todo terminaría muy rápido y que solo sería cuestión de unos minutos u horas, pero las horas pasaban y aún no moría, así que seguía agarrando cualquier pastilla que encontrara en mi casa, absolutamente cualquiera. A la vez, con un cuchillo, me cortaba el brazo en una línea vertical (que ahora no sé cómo rayos lograré cubrir cuando salga, porque es asquerosamente grande la cortada).


Las pastillas me dieron un mareo y me empezaba a temblar el cuerpo. Me costaba respirar cada vez más y, de pronto, por primera vez, tuve una sensación que nunca pensé que tendría. El instinto que siempre se supuso que debía yo tener pero que me creía fallida por no tenerlo: sobrevivir. Al darme cuenta de que mi muerte no iba a ser tan rápida, si no más bien dolorosa, empecé a gritar y respirar con excesiva fuerza. Mi padre terminó llevándome a emergencias, no sin antes gritarme que hago estupideces y que está harto de mí.

Todos los detalles sobre lo que sucedió en el camino y hasta que regresé a mi casa, no son importantes. El asunto es que estoy viva y, por primera vez luego de todos mis intentos de suicidio, no siento que haya sido un fracaso de suicidio. Siento que fue un intento del que me salvé. Juro que no tengo idea de qué es lo que me está pasando. Nunca hubiera razonado las cosas de este modo. Anoche, no podía siquiera dormir. Todo era asqueroso. Me siento mejor. Tengo responsabilidades, miles, pero me siento mejor. Tengo la más extraña sensación de sentirme salvada, y de que anoche fue la estupidez más grande de mi vida. Recuerdo mi expresión de susto al sentir que no podía respirar. Recuerdo cómo se meneaba mi cabeza involuntariamente sobre los hombros. No podía ni dormir para no ver mi muerte, porque el dolor y la falta de aire no me lo permitían. Soy una cobarde, lo sé. Qué cobarde de mi parte. No me importa.

Anoche estuve con un pie en cada gemela: la vida y la muerte. Nunca me había sentido tan asustada al darme cuenta de que toda persona pasará por eso en algún momento, que todos moriremos y que probablemente sea así de doloroso o mucho peor. Francamente, no sé qué me espera ahora. Siento que debo reconstruir-me. Lamento haberlos decepcionado si esperaban mi muerte.


Friday, April 18, 2014

Asleep


Sing me to sleep
Sing me to sleep
I'm tired and I
I want to go to bed

Sing me to sleep
Sing me to sleep
And then leave me alone
Don't try to wake me in the morning
'Cause I will be gone
Don't feel bad for me
I want you to know
Deep in the cell of my heart
I will feel so glad to go

Sing me to sleep
Sing me to sleep
I don't want to wake up
On my own anymore

Sing to me
Sing to me
I don't want to wake up
On my own anymore

Don't feel bad for me
I want you to know
Deep in the cell of my heart
I really want to go

There is another world
There is a better world
Well, there must be
Well, there must be
Well, there must be
Well, there must be
Well...

Bye bye
Bye bye
Bye...

.

Quizá ya solo tenga que esperar. 17 pastillas para la depresión (todas las que me quedaban) y unas de quién sabe qué. Las personas duermen. Me acompaña Debussy. Le agradezco el gesto. No sé qué más haga falta. Sigo bebiendo.

Son lindos los cielos. Es hermosa la luna. Me envenena tanta belleza. Me trae cristales a los astros. Se dibuja una curva en mis labios. Nunca dejaré de contemplarlos a todos ustedes, seres y entes que habitan detrás de mi ventana. Si en mi nunca cabe la nada, inmóvil y sin tiempo, mi nunca, mi siempre, mi perpetuidad siempre estará llena de ustedes. Poco a poco, me inundan los cantos, las teclas, los acordes y los cuentos. Los poetas de la villa andan todos hacia un jardín secreto. Las arpas tocadas invisiblemente. No necesito más. La gravedad, el peso, la velocidad y la fuerza no son.

La cabeza empieza a dolerme un poco, apenas. Nunca me sentí más feliz. Nada es más divino que esto, lo juro. Que la sarta de conocimientos no me saben a nada. La narcisista se ha ido. La depresiva, también. Ya no tengo que amordazar mis modos. Me siento más libre que un águila, y vuelo sobre mis mundos con música. Estoy en el mar, sobre el mar, en el aire, sobre el aire, y también bajo él. Ando en la tierra, veo en el fuego, siento su color en mis manos hermosamente. Después de esta noche de luna llena, nada me haría más miserable que vivir, pero nada más feliz que dejar de depender del tiempo y la esfera que me ha retenido, durante tanto tiempo, fija en mi silencio, imposible y penosa. Que me dejen morir. Si Dios es real, de verdad, que me deje ir. Si no soy digna de un mañana de luz, no importa, que de luz solo tuve el nombre. Si mi vida y mi muerte han de ser oscuridad eterna, que lo sean. Invoco a quien sea, que haga que mis ojos se apaguen, que mis dedos no puedan seguir tecleando. Que la noche se apodere de mí y me deje fría como ella, aun más fría. Que tomen mi vida todos los seres y me concedan la tranquilidad infinita, a mí, a un alma de monstruo que nunca pudo descansar, que nació para permanecer en una espesa soledad inquieta, rodeada de ardor. Apáguenme. ¡Apáguenme!
Tengo tantas pastillas que muero de nervios. Tengo tantas pastillas y tantos deberes que podrían deshacerse. Tengo tantas pastillas y tantas voces que podrían desvanecerse. Las personas no importan. Ja. La verdad es que nadie importa. Me da mucha risa todo esto. Nadie me importa. Todos se las han arreglado sin mí durante años, y así es más bonito. Tengo derecho a mi egoísmo. Los nervios son una estupidez que no puedo evitar. La vida es mi todo, y todo me ha sabido amargo. Mi juego siempre fue herir o ser herida. No hay más para mí. No existe. La gente es ridícula. Todos necesitamos elementos fantasiosos, pero mi fantasía no cuenta con humanos, porque todo lo que he visto en ellos me ha dejado con una ligera esperanza de algo mediocre. Poco me importa la impresión del resto. Poco me interesa acabar loca en un rincón viendo unicornios inexistentes. Solo no quiero ser salvada. No quiero ser rescatada jamás. Si no puedo hacer que todos se mueran, pues me muero yo. No pienso seguir en la ficción pintada ante mis ojos. No pienso tragarme el cuento que ya nadie me cuenta pero que aún resuena en mis oídos. Si paso de esta noche, que se alarguen mis días amargos. Y si no, bendita sea mi muerte, porque mi vida siempre fue maldita. Que nadie crea nada de otra boca, porque ninguna probó lo que la mía.

Larvas

Y de vuelta como una tormenta. Todo empieza a despintarse. Cada milímetro de tela ha sido arrancado. No hay nada que me cubra; nada que me sostenga.

De pronto todo tiembla y me encuentro tan yo, tan al rincón, tan pequeña, tan niña, tan siempre. Huelo mi final. ¡Maldito signo, que profetizas estabilidad! ¡Maldito grupo territorial en el que crece esta bestia! ¡Maldito mi padre! ¡Maldita mi madre! ¡Maldita yo! Maldita esa vieja que abre las uñas sobre la garganta de mi padre y hace hervir su sangre y la sangre de todo aquel que lleve la suya contra mí. Mi arrullo es el silencio melódico de unas canciones. Escondo los parlantes. Escondo mis pies. Escondo la luz. Clío no está. Mi única amiga real, que ni siquiera vela por mí. Todo se desvanece y contemplo herramientas y modos horrendos. Sus palabras retumban en mis oídos una y otra vez.

-"Le tengo miedo. Ella es mala. Ella es mala. ¡Ella es mala!"

Nunca podría ser tan mala como tú. Tres de las miles de veces que traté de matarme de niña fueron tu culpa, enteramente tu culpa. Mi serenidad solo está en ignorarte, pero ignorarte despierta un veneno de víbora en ti. No importa cuántos pasos haya dado. No importa. No importan. No importo yo. Aun si lograra matarte, nada me libraría de ti, y por eso siempre traté de acabar conmigo. Esperar me parece tan ridículo. No sé dónde se supone que haya un refugio. De verdad, no lo sé. Y a ti te culpo por gran parte de todos mis males. A mi padre solo lo culpo por la imbecilidad. A mi madre, el abandono. Pero tú eres el verdadero demonio. De más está intentar concederme tal honor, madre de las bestias. Qué horror que aun mi bestialidad provenga de ti. El quid de esta bestia, de toda ella, proviene de ti. Pero los detesto a los dos, a los tres, a todos. Una parte de mi compasión se apiada a veces, pero no creas que es del todo real. No me creas nunca, porque yo no los amo. Que mi honestidad sea castigada una y otra vez hasta que aprenda, hasta que muera, hasta que me dé muerte, porque la vida, el juego que siempre me termino animando por jugar, no por principio ni por fin, sino por intermedio, me sabe tan brusca y maldita como un hoyo negro lleno de veneno. Mil realidades posibles vertidas en un maldito agujero. Si pudiera soñar para siempre, lo haría. Y si la inexistencia del tiempo crea la eternidad, cualquier muerte es una eternidad. Yo no quiero nada. Solo me calma el odio, el amor inculcado, un odio delicioso esperanzado por la continuación de un juego asqueroso. Quizá tengas razón. De verdad, no me importa perder. Puedo morir ahora mismo y tú vivir hasta que la muerte te toque del modo más suave. Pero si muriera, cómo detestaría que estés en mi funeral. Cómo estaría de asqueada si pudiera contemplar tu sucios ojos llorar, como esta noche, como tantas noches, solo para jugar tu rol. No. Si muriera, preferiría que nunca hallaran mi cuerpo. Prefiriría ser inalcanzable. Tú ganas. Eres la peor. No me engaño más. Tú eres maldad. Yo no merezco tal honra. No la merezco.

Words


Three inches above the floor
Man in a box wants to burn my soul
And I'm tired, and I'm tired
Is that the truth, he says
The pain is easy
Too many words, too many words

And I can hear 'em

If you're hearing screams
Come back child, come back
My hands are dry
But I know they're gonna make it
Just one more night
Too many words, too many words

Poena

No tengo mucho que decir. No importa la infinidad de cosas en mi mente.

Quizá ella piense que estoy muerta. Mejor. Quizá todos lo piensen. Hay un refugio en la parte más blanda de mí. Contemplé el cielo hace un momento, pero mi cuerpo no alcanza. Mis ojos, mis manos, mis piernas, mis pies... Todo en mí está derrotado. Quiero hacer daño. Quiero hacerme daño. Quiero tragarme el veneno que respira el árbol que trepaba de niña. Cómo lo recuerdo... Cómo recuerdo eso. No sé si era del todo feliz. Solo recuerdo ese parque y ese árbol, el de la rama izquierda partida y tan gruesa... Pienso en visitar su tierra. Muchas veces, lo pienso, de verdad. Me apena demasiado que siempre acabe tan inmóvil, con mis formas más banales y todo lo nuevo que me roza. Pero aquí quedo, inmóvil. Inmóvil y con mil excusas.

Una melodía me jala el corazón. Me inunda un deseo de llorar. Escuché un llanto desconsolado esta noche, pero no me dio ni un pedazo de tristeza. Creo que esa mujer debería morir. La muerte no tiene por qué ser algo tan trágico, insisto. Creo que debería morir porque ha llegado a un momento en el que solo sirve de estorbo. No me dan pena sus llantos ni una pizca. Nada. Poco me importa que eso suene terriblemente mal. No voy a fingir un valor que no poseo. Si ya perdiste todo, mujer. Tu vida solo está hecha para traer amargura. Tu cuerpo y alma están trastornados y llenos de amargura. Te crees fuerte por crearte formas de hacerte útil. No eres nada. Eres una nada. Parecida a mí. ¿Qué nos diferencia? Quizá que yo parezco más mierda, solo por ser honesta. Tú eres la verdadera maldad escondida. Te confiero el título de caballo oscuro. No te preocupes. Pronto yo seré una, también. Aprenderé a mentir. Aprenderé a manipular terriblemente. Quizá entonces sea más fácil acabar con seres como tú. Perdóname. La idea de no tenerte más me sabe hermosa. Me disculpo de nuevo. Soy terrible, horrible. Soy un monstruo. La bondad no habita en mí. Si alguna vez fui alimentada con ella, la he de haber vomitado en algún otro momento. Quizá sea tan diferente que soy inmune a ella.

Puedo imaginar miles de cosas. Puedo sumergirme en otro mundo. No quiero llorar. Se me cierran los ojos para sentir la canción, pero la pena no se desvanece. Pierdo el tiempo con máscaras ajenas que hablan y sonríen. Hoy empujé a un borracho en la calle. El sujeto se puso en mi camino y me hablaba. Lo empujé contra la pared. Hablé con otro grupo de extraños luego. Sigo hablando con extraños. Ahora también les escribo a ustedes, forasteros, grupo de especímenes invisibles. Solo imaginaré que son hadas asexuadas que vuelen en mi mundito. Así, tal vez, alguna compañía tendría por dentro. Pero cada ser que logre que de mí brote palabra está tan lejano... No me interesa nada. Siempre parezco apuntar a un calor inexistente. No existe en mí tal capacidad. No la existe en nadie. Todo es una asquerosa ficción. Todos son una farsa. Me duelen estas notas, pero la pena no se desvanece.

Saturday, April 5, 2014

Nihil

Quisiera dagas, miles de dagas, que me permitieran acabar con todos. Tomar cada último suspiro, sentir el rojo más rojo y lleno de vida, mientras ella se apaga. Quisiera tomar las luces de cada ser que es y que quitó. Mis manos, llenas de sangre, olor a metales grises, llenos de gloria invisible. Porque solo para mí cantarían las aves de mi cueva. Solo por mí existen los nocturnos. Mis seres de negro, de noche, con diagonales cerca a las mejillas y vestidos de sombra. No los llamaré amigos, sino una creación. Solo lo que venga de mis manos es digno, si acaso... Cómo quisiera creer. Cómo negar que creo en esos dioses hermosos, en tierras desconocidas. Mi lógica finitísima no pende en la antigua terquedad de mis formas. He rociado mi corazón, así como cada víscera. Mi alma aún se enrosca en la noche y espera a mis fieles seres. Mi noche, como un lucero sin luz, me trae todas las formas de un yo que se esconde en la esencia más profunda de mis pozos. ¿Quiénes son esas niñas, esa bebé, ese feto, ese embrión? ¿A quiénes veo en sus pupilas? ¿Qué sangre encuentro en esas perlas llenas de metal? ¿Qué liquidos acuden a sus sienes, a sus yemas, al deseo? ¿En dónde se depositó la bondad; en donde, la bondad? Me duelen todas las secciones, las partes, los nombres, las palabras, los inventos, los secretos, los golpes, las mentiras, los gritos, la orina, el excremento, las mascotas, las sábanas, los lugares, los olores, los fríos, los calores, el sudor, las lágrimas, los colores. Todos se apoderan de mí en una tortura indescifrable, con un algo o alguien que pisa las teclas más tenebrosas del piano, y deposita sus sonidos en mi cuerpo. Suelo acabar con cada parte de estos desconsuelos con la mayor facilidad, luego de simular mis memorias, luego de partir cada uno de mis huesos, de convertirme en la bestia que soy, de ver mi salvajismo. La luz me toca y revientan mis soles, pero la luna, la luna siempre... Siempre. Solo me basta la luz más tenue para saber que sigo aquí. Y sin ella, el sonido más amargo de mis fríos. Sigo convenciéndome de que no es difícil. El camino se dibuja, se siente a cada paso. Mis imágenes cobran vida con los días. A veces, me veo. A veces, me retuerzo con los sonidos de otra materia. Me controlo unos instantes de vida. Me retuerzo, y me trago mi cuerpo. Me trago mi cuerpo. Me desvanezco. No soy nada. Estoy aquí. No soy nadie. No soy de nadie, tampoco. Soy mía. Mi nada, mía. La nada. Soy la falta de lo que es. Soy maldad, soy oscuridad, soy mentira, soy vacío, soy cuento, soy poema, soy locura, soy pena, soy enojo... No soy. Pero de las nadas, soy yo. La nada soy yo. La más grande y narcisista. La dueña del oráculo, la bruja, la inventora, la maestra, la asesina. Y me comen los insectos. Mi lecho se hace polvo. Siento mi boca temblar. Me duelen las venas. Me duelen los órganos más escondidos. Simulo la muerte, mi otro yo, que soy falta de vida, pero sobrevivo en mi muerte helada, con un secador y el molesto piano que melodia un epitafio que no quiero. Nadie jamás sabrá. Mi gloria, invisible, es mía. Es mía, como la nada, como mi yo, como yo, como cada ser que no existe ahora mismo, cuya sangre brota de mis manos, y es toda mía, mi alimento, mi bebida, mi perfume, mi pintura, mi arte... Cazadora de almas, de cuerpos, de modos. Pronto, algún día, todos habrán desaparecido, y me encontraré solo conmigo, para la quietud absoluta, para el blanco cegador que me libere. 

Lupa

Quiero ahogarme en mis lagos
Consumirme los cesos con
El arpa entre las piernas
Socórranme los vientos
La lluvia
Que no me visita
Que me ilumina
El negro de luna
Mi luna
Perversa
Nostálgica
Cenizas atando las cuerdas
Concierto sin dedos
Sin garganta
El insomnio de gloria
La batalla anesteciada
El juego inmóvil
Sofocan mis dados
Cordura de pájaro
Invisible
Lárguense, cristales
O me vuelvo yo
A los astros
Al monstruo
De mi patio
Deforme
De mi esencia
Yo
Esplendorosa

Wednesday, March 5, 2014

Calidum

Ni yo misma entiendo por qué parezco empezar a romper una regla tan mía. No. Realmente no sé si se trate de un cerdo, pero debería detenerme. Los impulsos que vienen desde mi interior hacia algún sujeto no parecen ser causados por el sujeto, por lo menos, no desde mi lado más racional, pero sigo empujando la corriente hacia ese lado.

Quiero dar. Planeo cosas que, en el fondo, creo que no funcionarán. Sé que al final de todas las cosas siempre tendré esa necesidad maldita de huir, de enroscarme bajo algún árbol o piedra. Solo quiero sentir un pedazo de calor que no venga del sol, aunque solo sean horas... Lo imagino siempre en el mar, o cerca. No sé por qué algo parece unirnos así. Al mar y a mí. Temo que tenga algo que ver con mis fobias. Temo que algunos extraños y pesadillas tengan la razón. Es imposible. No. Basta, mente. Hay demasiados garabatos aquí.

Tuesday, March 4, 2014

I'm not human at all


It's not your fault. It's my own fault.
I'm not human at all; I have no heart
It's not my fault; It's your own fault.
I'm not human at all; I have no heart.
It's not your fault; it's my own fault.
I'm not human at all; I have no heart.

It's not your fault; It's my own fault.
I'm not human at all; I have no heart.
It's my own fault; It's not my fault.
I'm not human at all; I have no heart...

At all....

Friday, February 21, 2014

Noctis

Soy un ser de la noche, o eso me digo. Debiera estar afuera, andando en el pasto. Veo siempre a través de la ventana, que está a mi lado todas las noches. Me bastan los audífonos, el viento y su olor a mar. Me basta el sentirme libre, aunque permanezca encerrada. La luz que siempre imagino es la misma sustancia de la que parezco huir, día tras día, junto con sus voces y colores. Si apenas veo un celeste cuando el sol viola mis cortinas azules, deseo que se marche. El celeste solo danza y, con las horas, ya no es más que otra res, gris o negra.

El silencio que me regala cada cielo rojo (nunca entenderé por qué siempre parece ser rojo desde esta ventana), en cada noche, me concede, a su vez, el deleite mental más hermoso: los jardines más verdes, el amarillo más potente, con brisa fría. Y nunca pareciera permitírseme suprimir esa misma vista del lugar al que he ido siempre. A veces pienso que es ese mismo lugar al que quiero ir. Hasta hace tal vez una década, prácticamente nadie lo visitaba. Algo parecía asustarme, pero recuerdo haber encontrado un escondite siguiendo un camino delgadísimo pegado a un abismo mortal (no pretendo ser específica: podría ser peligroso). Ahora hay muchas más personas, que ni siquiera saben dónde están, ni qué tesoros aguardan debajo o alrededor de ellos. Suelo sentir un desprecio hacia ellos por estas razones. Supongo que no es exactamente "correcto". Todos  tienen derecho a explorar. Pero nadie explora. Todos son insectos inútiles. Sí, bueno, no soy exactamente bondadosa. Lamento decepcionarlos, forasteros. No es esta una de mis virtudes.

En este momento, siento la luna que no veo formarse brazos y estrujarme el corazón. No sé si hacerme un camino por las calles esta madrugada, y llegar a mi escondite, con todo el riesgo que eso pudiese suponer, o quedarme precisamente aquí, diciéndome que soy un ser de noche, pero huyendo de su belleza. ¿A qué le temo? ¿No soy una posible suicida, todavía? Hace unos meses, recuerdo que me hubiese dado exactamente lo mismo si me atropellaba un auto y no volvía a despertar, que si me despertaba con vida. Mis deseos habían cesado, y mis emociones estaban apagadas. Ahora, no sé realmente qué quiero. La verdad es que tengo a Sigur Rós en los oídos, y eso hace inevitable que mi corazón llore, y que mi alma baile con todas las notas de esta melodía... Estaba escuchando el último album entero, "Valtari", pero la verdad es que estaba esperando que llegara esta canción. La forma en la que parece tocar la muerte me devora el cuerpo y salpica su sangre sobre mi esencia misma. Muchas veces me siento lo suficientemente vacía como para pensar que nunca he podido probar la vida en un modo entero, ni siquiera por un miserable segundo. Y poco me importa el que otros hayan podido o no. Poco me importan otros. Pero Sigur Rós, que me ha acompañado tantos años, y entre tantos acontecimientos... Si estos sonidos no son vida, creo que la vida misma me sabría a muerte. Porque me tuerce todos los músculos y desgarra lo que fuera que me quede de piel y vísceras.

Esta noche podría ir de muchos modos. Podría hacerme un camino. Podría hacerlo ahora mismo. Casi puedo sentir el sabor del peligro y estas estructuras musicales tocándome y haciéndome temblar tanto que podría parar todo sentido y congelarme y morir. No puedo explicarlo. No puedo explicar estas cosas. Hace unas horas releía que quienes tienen trastorno Borderline tienen todas las emociones mucho más intensificadas que una persona "normal". Pero no sé si realmente poseo este trastorno, no aún, por lo menos, así que no sé la verdadera explicación a esto. Solo sé que no le huyo a la posibilidad de que hubiese una razón por la cual, incluso si no me considero una dualista, pueda sentir que mi alma se mueve y me roza el todo como ahora mismo. Nunca me negaré a la posibilidad de una explicación, porque no importa lo ridículo que pueda parecer entender algo realmente, para seres limitados: nadie va a parar mis deseos de, aun en una realidad tan cómica como esta, encontrar un pedazo de certeza de la más inútil (humana). Solo cuando encuentre la naturaleza de mis modos, y si hallara a otros como yo... No soy tan ridícula como parezco. Solo es un deseo, nada más.

Bleu

Thursday, February 20, 2014

Insanis


La mayoría de veces, me encuentro como un ser tan diferente, que quisiera estar sola todo el tiempo, en un mundo donde los libros tengan alas y vuelen a mí, a visitarme, y las criaturas estén más locas que en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Por cierto, estoy muy al tanto de que muchas personas hacen mucho uso de cualquier imagen o arte referido a Wonderland, pero dudo que haya una cantidad igual a la mitad de esas personas que admiren tanto la genialidad de Lewis Carroll como yo. Siento constantemente que él tenía un mundo muy suyo, y, por más que todos digan tenerlo, creo que hay matices. Carroll era capaz de ser solo un observador y rodearse de seres que nos frecuentan, pero nunca de la forma en que él los veía. Bueno, admito que no he leído nada sobre su trabajo en las matemáticas, pero eso está pendiente. Es gracioso poder leer cosas tan -SUPUESTAMENTE- reales, como matemáticas, genética o física y, a la vez, estar fascinada con todo lo fantasioso, lo imposible o improbable, pero es algo que me ha pasado siempre y, al parecer, a Carroll también.

Es verdad, siempre parezco huir a un mundo que solo es mío, y todo es tan fantasioso que me sabe perfecto. Pero, últimamente, empiezo a pensar que todas estas cosas que veo tan a menudo a mi mente, y que yo sé que las veo, en parte, porque detesto lo que me rodea (sí, me refiero a los humanos, en general), sería menos deseable con tanta energía, hambre y sed o desesperación oculta en mi silencio, si viviera entre seres locos. Y claro, todos creen que están locos. Yo también creo que todos estamos algo enfermos, pero también eso me lleva a pensar que si una enfermedad es nombrada por ser una condición anormal, entonces, si no fuese anormal estar enfermo, la enfermedad no sería una enfermedad. Y quizá ese sea justamente el asunto. Quizá hay una enfermedad o un grupo de enfermedades comunes en uno o varios grupos de personas, según la zona, edad, lengua, grupo social y esa clase de banalidades a las que estamos tan aferrados en nuestra miseria. Creo que es tan comun, que, por eso mismo, no es enfermedad. Poco me importa lo que la mayoría tenga que decir. Siempre he discutido con la mayoría. Y no, no se trata de un tema de ego o un intento de llamar la atención, sino que no puedo ignorar mis más grandes deseos de pensar y expresar lo que pienso. Creo que, casi tan hermoso como el mundo que mencionaba hace un rato, sería vivir en un mundo lleno de locos, pero no locos como todos creen serlo, sino locos más parecidos a mí. ¿Por qué el deseo de pertenecer, Bleu? ¿Por qué no te amas en tu soledad? Por supuesto que amo mi soledad, y toda clase de privilegios que eso me confiere (sí que los hay), pero, aunque yo misma lo deteste con todas mis fuerzas, mi lado más humano me pide un pedazo ínfimo de socialización. Podría conseguirla en cualquier lado, y lo hago, sin el menor deseo. Las personas me rodean y me hablan. Quisiera coserles las bocas hasta que tengan algo verdaderamente importante que decir. No tiene que ser en mi propio beneficio: simplemente no entiendo por qué perder tanta saliva sin un propósito. No. No me quejo sin un sentido, de no poder socializar cuando hay personas llenas de ojos y bocas rodeándome cuando se me ocurre ser visible (o sea, ser vista: salir a la calle o estar presente frente a alguien, y muchas veces es solo por necesidad), sino que, a pesar de toda la serie de socializaciones por las que tengo que pasar, y que pueden llegar a ser, incluso, algo entretenidas, en sentidos generalmente banales, creo que me gustaría que, algún día, mi mente no se sintiera tan sola. Aprecio que muchas personas que yo haya elegido tener cerca a mí y quiero me vean como un espécimen raro y les guste así. De verdad, lo aprecio. Aprecio que quieran ver más en mí y no puedan esperar a ver qué locura traigo, pero desearía que alguien no solo me viera como la criatura del otro mundo que parezco, sino que pudiera, también, ser un garabatito andante, sostenido por un esqueleto cualquiera. No. En realidad no sé qué tanto me gustaría, pero sé que me gustaría probar. Entonces, si tuviera un grupo, no importa el tamaño, de personas más parecidas a mí, creo que eso se acercaría mucho a mi ideal. Pero ¿cómo habría sido si me hubiera tocado padecer la enfermedad de la mayoría (ojo: me refiero a la enfermedad, y no al hecho de que sea de una mayoría)? No me lo imagino. Qué terrible. No. Yo fui privilegiada. Ja.

Bleu.

Accendit

¿Qué contar? Supongo que ahora no me provoca tanto escupir palabra que solo sale de modo inconsciente (quizá no tanto), mientras lo único que veo sean imágenes de lugares a los que he huído para no ser vista, para ser invisible.

Anoche tuve mi primera sesión con Susana, mi psiquiatra. De niña iba al psicólogo, a varios psicólogos. Mi madre trató de justificar la existencia de Jenny, la psicóloga que tuve durante más tiempo -según recuerdo-, en mi vida, alegando que necesitaban que ella los guiara respecto a mi cambio de colegio (oh, ¿acaso era solo uno? Yo recuerdo haber estado en cinco) y -creo, porque, la verdad, si es que elijo mis recuerdos, a este no lo elegí del todo- en la decisión sobre con quién me iría a vivir yo. Creo que esto último podría haber sido lo principal (según mi madre). Todo fue algo así como un garabato, o por lo menos en mi mente. No sé si lo era en ese momento o si lo es ahora (bueno, mi mente siempre es un garabato muy hermoso). Quizá teníamos mucho que decir, y considero que ella hizo un trabajo verdaderamente impresionarme por escucharme, pero yo podía verlo todo: veía sus esfuerzos tremendos por no alborotarse entre palabras, por contener la respiración y escucharme un rato, y luego, no podía esperar para vomitar un sinfín de razones para recordarme -como siempre sabe hacer- que nada de esto fue su culpa. Oh, gracias. Está bien. No diré nada que pueda hacerte creer que pienso que hayas hecho algo mal. Pero no lo hice. Ya sabía que eso pasaría. Conté todo del modo más externo y lejano posible, pero, por alguna loca razón (oh), ella no podía dejar de recordarme que ella dio lo mejor de sí y que nada de lo que me haya pasado fue su culpa y, encima de el bello pastel de justificaciones, puso la cereza más roja de todas: mi padre, en cambio, sí tenía mucho que ver con todo esto; a él debía pedirle explicaciones. Está bien, madre, esto no tiene nada que ver contigo. Ella no parece creerlo. Es un poco gracioso, en realidad. Pero ya me lo imaginaba. Realmente fue mejor no haber dicho mucho. La última vez que lo hice, hace años, yo tenía alrededor de 14 años, y ella y su esposo me dejaron sola en el auto mientras yo lloraba desconsoladamente. Sí, recuerdo que lo hacía, de verdad, desconsoladamente. Acababan de decirme que mi papá no me quería de niña y que en una época tampoco creía que yo fuera su hija. Ah, fue mucho más específico que eso, pero los detalles no interesan. Luego solo se bajaron del auto y yo seguí llorando en el asiento trasero. No entiendo por qué parece existir esta absurda competencia en la que solo juega mi madre. No importa. No importa. Ya desde hace muchos años solo la veo eventualmente. ¿En qué estaba? Cierto: Jenny. Jenny era un desastre total, a mis ojos. Todavía recuerdo que solo se dedicaba a decirme que todo lo que hacía estaba mal, y que mi padre, al ser adulto, tenía la razón en todo (ya vivía con mi padre para ese entonces). Era niña, pero no bruta. Hasta ahora creo que él tiene un problema, o si no, podría controlar mejor sus emociones (o lo habría hecho en ese entonces). Bah, no me voy a meter en el tema. Sería ridículo en este momento. El punto es que Jenny siempre me pareció una profesional del tipo que intenta poner en cuadrados a todas las personas, y que solo se traga lo que la moral construida socialmente y sus libros le hayan podido enseñar. Ahora que ya estoy más grande, en realidad creo que Jenny es una mujer con inteligencia limitada. No, Jenny, esto sería un poco injusto para ti. La verdad es que eres una mujer con inteligencia promedio. A tantas personas como tú he conocido... Qué fácil resulta meterse en el cerebro ideas y más ideas de lagos ajenos y nunca poder borrar un poco de líneas de límites y pensar, ¿verdad, Jenny? Nunca pudiste ver ni una mísera parte de lo que yo era. Fracasaste.

Jenny no fue la única. La verdad es que ninguno de los psicólogos que tuve me hicieron sentir suficientemente entendida. Claro, dejé de tener psicólogos desde Jenny (alrededor de los 12 años) hasta que, por ahí, a los 18 (verano del año pasado, justo antes de cumplir 19, si mal no recuerdo), se me ocurrió ir a uno y, la verdad, solo fui a dos o tres sesiones y nunca más lo vi. Fui clara con él: no podía entenderme. Nadie me va a negar que no he tratado de buscar a alguien que me entienda en todos los aspectos de mi vida: en mi familia, en los colegios, en la universidad, en las sesiones psicológicas... A donde sea que yo fuera. Es gracioso pensar que la gente me considere un ser tan misterioso cuando, en realidad, soy completamente abierta. No soy muy sociable, en el sentido de que no me provoca estar con personas mucho tiempo, pero, cuando estoy con ellas, no hay muchos secretos. La verdad es que creo que tengo un problema con la honestidad radical. Siento una necesidad imparable por decir todo lo que pienso, aunque soy algo empática para ciertos asuntos. En realidad, soy empática para todo. El problema es que hay muchas cosas que nunca me herirían. No me importa que la gente sea amable conmigo, así que no me importa ser amable con otros. Esto no significa que no lo sea, sino que digo la verdad sin tener cuidado de la amabilidad. Tampoco doy respeto por posiciones jerárquicas, ni veo a al autoridad como algo sagrado o merecedor de algo per se, en absoluto. Todo lo que pueda tener un valor en mi vida pasa por un test mental en el que un montón de vísceras, sub-partes y líquidos parecen tocarlo y decidir qué hacer con él. Lo siento, parece que disfruto mucho de huir por las ramas. Prometo que esto no sucede mucho. El punto es que siempre he estado abierta a que alguien me entienda, y he sido lo suficientemente franca para que alguien con la capacidad de ver algo dentro de mí lo haga. Es, quizá, por eso, que he pedido ir al psicólogo anteriormente, y que he tenido la idea de ir al psiquiatra ahora. Sí, fue mi idea. Bueno, no por completo. Un amigo que estudió medicina y piensa especializarse en psiquiatría conversó conmigo y me dijo que creía que tenía una depresión y necesitaba ver a un profesional en psiquiatría.

Después de haber tenido pensamientos tan tormentosos, y de haber pasado tantas semanas en mis vacaciones de verano encerrada en estas cuatro paredes, con las cortinas azules cerradas para no ver la luz del sol, sin deseos de salir, sobre todo, para no ser vista, y deseando siempre estar en otro planeta donde las personas no existan o haya solo seres como yo, me di cuenta de que estos deseos siempre estaban presentes, desde hace muchísimos años, y que ahora podía hacer algo. No. En realidad, el suicidio me parece una alternativa razonable. No tiene por qué ser un asunto tan dramático. ¿Qué me vas a decir? ¿Que es egoísta? Ja, todos dicen lo mismo: por supuesto que es egoísta. Solo se centra en mí y, francamente, creo que yo soy la persona más importante de mi vida. Pero no es para alarmarse, aun siendo tan convencional. No hay problema: no estoy segura de que me vaya a suicidar. He tenido demasiados intentos desde los 11 años, pero también he llegado al punto de aceptación de que tal vez simplemente podría continuar viviendo, aunque me sienta como un muerto andante. Es un poco hermoso. Me siento menos viva, y eso me permite saborear las cosas de un modo distinto. Por mis venas fluye un arte que no he conocido en otros, y hierven sensaciones que no estoy segura que podría sentir si no tuviera exactamente los modos que poseo, y esta misma sensibilidad que me hace yo. Sin embargo, también es cierto que, aunque le haya dado tantas vueltas al suicidio que me parecce algo que puede ser perfectamente racional y válido, también he notado que, en mi decisión de no morir aún, hay cosas muy dolorosas. Muchas veces se hace insoportable. Decidí que necesitaba saber qué soy, porque sé perfectamente quién. Creo que una parte de mí solo busca encontrar a personas parecidas a mí. Es una parte que desea sentirse menos extraña al mundo, para poder sobrevivir en él mientras piense quedarme. Nunca he gustado de etiquetarme, pero siento que si alguien lograra decirme de qué padezco, me sentiría feliz de ser algo, aparte de todas mis cualidades, de formar parte de un grupo de seres como yo. Que, aunque me sienta tan única y me encante mi personalidad, no puedo negar mi naturaleza humana y, por lo tanto, psicobiosocial. Esto es lo que soy. Necesito esa unión, o el tiempo será cada vez más escaso para mí. No. No es que sea algo tan dramático. Un muerto ya no puede sentir nada y eso es perfecto. Lo que sucede es que tengo un poco de curiosidad por vivir más banalidades como terminar mi carrera, seguir escribiendo y publicando en libros, encontrar una rama del Derecho a la cual dedicarme, viajar a lugares poco conocidos, conocer a seres muy extraños, enamorarme y toda esa clase de tonterías. Sí, una parte de mí las desea. Podría bien morir ahora mismo y detener todo el dolor, o podría soportar más tiempo y ver qué pasa. No me siento optimista. Creo que igual moriré algún día y no va a importar nada de lo que haya hecho. Solo siento que quiero probar. Estoy tanteando un poco el nuevo territorio, a ver si me gusta o me salgo del juego.

Susana era mucho más de lo que yo había imaginado, para ser completamente franca. Ella es una mujer en la que puedo ver fuerza y un carácter marcado, pero, a pesar de que yo también creo poseer estas cosas, no sentí ningún mal roce. Para nada. Más que eso, creo que hizo todas las preguntas correctas, y yo no paraba de hablar. Al final de la sesión, me dijo que yo le parecía muy compleja y que necesitaría llevar conmigo dos sesiones más para determinar qué es lo que tengo y qué hacer conmigo. Según Susana, quizá lo que tenga no sea una depresión, sino un trastorno de la personalidad. No sé por qué, pero todo esto me puso algo feliz. No sé si lo que me gustaba era la idea de estar posiblemente trastornada o la idea de que al fin sabría qué tengo. Horas más tarde, tuve una conversación con un tío que es psiquiatra. Después de conversar durante 20 minutos, me dijo que creía que tengo trastorno Borderline, pero que no estaba seguro de que ya lo tuviera o si solo presentaba principios de.

En este momento, aún no sé qué soy. Por supuesto que nunca, en el fondo, creo en las etiquetas. Sé perfectamente bien que todas las enfermedades existententes han sido agrupadas y nombradas por seres humanos, y que todo es una especie de juego. No estoy segura de que mis modos realmente sean incorrectos, o que un funcionamiento distinto a nivel cerebral signifique un mal funcionamiento. La verdad es que todo me parece muy relativo, y poco me interesa lo que muchos tengan que decir respecto a las personas jóvenes siendo"liberales" y creyendo que "todo es relativo". Está bien, entiendo que muchos ceden a vivir cuadriculadamente y no los culparé nunca. Creo que todos tenemos procesos cognitivos diferentísimos. No estoy renunciando a mis modos, solo estoy explorando con otros.

Sinceramente,

Bleu