Saturday, May 24, 2014

Extraños

Los instantes de imágenes que mi mente reproduce me producen terror. Son terroríficos.

El día es hermosamente gris. Hace varias horas, vi que el cielo se ponía colorido y temía que el día fuera soleado y caliente, pero mis manos están satisfactoriamente heladas... Me estaba vistiendo, pero quedé a medio vestir y terminé metiéndome en la cama, a pesar de los "invitados" afuera... No sé por qué, pero hay detalles que me hacen preferir no verles las caras a las personas. Pequeños detalles cambian todo. No sé si sean tan intensos como el efecto mariposa propone, pero lo que yo sepa que pueda pasar por sus cabezas me limita, y mucho. A veces, tengo la sensación de sentirme desnuda delante de personas, y no desnuda de cuerpo, ni siquiera, ni de alma, que siempre estoy, sino respecto a momentos, entornos y seres, y más seres, y todo es una estúpida relacion con alrededores, nunca conmigo. Detesto que las personas entren en los círculos más cercanos a mí, pero que no son yo, e igual siento que soy un lobo con el territorio atacado y eso me hace gruñir, pero una alternativa fácil siempre es no estar. No estar y no ser. Ser invisible. Estaba molesta de que Naty intentara decirme qué hacer, de todos modos. Naty es una persona que ha estado ahí por muchos años, pero hace mucho que dejé de verla y, a veces, decide aparecer, y cree que es divertido decirme estupideces. No soy el tipo de persona sensible a la que le moleste que le digan cosas desagradables, pero sí soy el ''tipo'' de persona que se enoja cuando alguien ve y habla de cada uno de mis movimientos. Prefiero a personas distraídas o indiferentes. Como sea, tengo hambre. Pero no saldré. Fingiré estar dormida, o muerta, lo mismo es.

Monday, May 19, 2014

Polifidelidad

Habíamos tenido una pequeña conexión. El sujeto es hermoso, de verdad. Hermoso. Una parte de mí quería huir cuando advertí sus concepciones sobre el amor, pero, quizá por la maldición que me ha tocado en el cerebro, la intriga no me dejaba en paz. Hablamos mucho y ahora mi mente tiene un garabato más a los comunes y habituales.

Sí, siempre he sido un poco desquiciada, y siempre me he sentido algo bastante abandonada e incomprendida. Siempre tengo este intenso miedo por atarme a alguien, por llegar a amar como las personas lo hacen. Suelo ver que mis modos se alejan de todo esto y, simplemente, mis procesos cognitivos, en tanto se trate de elementos emocionales o informativos, son abismalmente diferentes al del resto de personas. Por supuesto que esto solo es algo observable desde donde estoy parada en este instante. No puedo saber si las personas, en realidad, no esconden una sensibilidad como la mía, pero no lo creo. No lo creo, de verdad. Entonces, ahí, donde me hallo tan extraña e irreconocible, como si, a pesar de que intentara explicar mis emociones, nadie es capaz de entenderlas (o sus formas), encontré que hay otros como yo. No exactamente como yo. No he hallado todavía a alguien que sienta como yo o piense como yo, y quizá nunca lo haga, pero este sujeto tiene una concepción tan extraña sobre el amor que me quedé algo perpleja y algo fascinada (sobre todo cuando descubrí que su enamorada estaba completamente de acuerdo con que él esté interesado en iniciar una relación amorosa con otra mujer, y ella también quiere formar parte de ese mismo amor). Parecía una locura muy egoísta de parte de un hombre, pero, luego de conversar con ellos, la verdad es que estoy muy confundida. La forma de verlo, para ellos, es amor y más amor y, luego, aun más amor. Mientras más personas, más apoyo y fidelidad. Un grupo cerrado para personas que se aman. Lo más gracioso de todo es que este precioso sujeto es estudiante de psicología. No es que eso le dé crédito, en absoluto, pero todos sus modos iban tanto hacia esa dirección de persona calmada y llena de afecto que no podía evitar reirme frente a él (y bueno, ella). Las cosas se revolvían en mi cerebro y me daba mucha gracia que yo misma pudiese ser tan abierta que me preguntara si realmente podría yo llegar a concebir una relación cerrada y poligámica, fiel. Y ¿cómo sé yo si soy fiel? Ni siquiera he tenido una relación seria de las "comunes". El sujeto me desanimó un poco y me dijo que aún tengo que experimentar antes de saber lo que quiero. Y sí, he sentido atracción hacia mujeres antes, pero no me interesa tener un contacto totalmente sexual ni amoroso con una. A veces, quiero a un hombre. Pero si pudiera tomar las cosas con mucha más ligereza y andar por el mundo sin sentir celos (libertad que estos sujetos proclaman), quizá sería una aventura hermosa. Es una locura. Estoy muy loca. Ellos también lo están. Nadie tiene por qué saberlo, ¿verdad? Lo único malo es que ellos parecen estar llenos de amor y paz. No son hippies, simplemente parecen llenos de alegría y amor. Realmente. Es espeluznante. Irradian demasiada tranquilidad. Pero yo soy todo lo contrario: un terremoto andante, extremadamente lógico, demasiado directo y poco amable. No podría caber en su mundito. No puedo caber en el mundito de nadie. Soy una desgracia, un desastre... Pero fue muy bello. Creo que empiezo a infatuarme (temporalmente, quizá unos días). Reitero que estoy muy loca.

Saturday, May 17, 2014

An ending


Esquinas

Me trago todo con fuego en los ojos. Me sangra el pecho y cómo quisiera arrancarle a otro ser el corazón de víbora para andar en paz. No. Jamás. Este hoyo se dibuja en mi entorno y las voces me siguen.

La verdad es que todos son una verdadera porquería. No me importa lo que tengan que decir. Yo siento que ya los he visto a todos. Sigan con sus maneras simples. Sigan con el rumbo perfecto a lo conocido y habitual. Contágiense la indiferencia, que eso nos hace más humanos.

Ignora, tú, que debajo de mis palabras yace algo más ridículo que la propia estupidez. Ignora que intento abrirme, que soy un hálito interrumpido por bloques tan gruesos que me asfixian y marcan paso en filas lejanas y altas. Todos se largan. Todos tropiezan. Ignora, tú, que mis lagos se turban para que encuentres un reflejo. Ignora todas mis palabras, que solo son banalidad. Y yo, sin virtud, sola con un par de tentaciones comunes. Y yo, absurda, que, con algo de esperanza, te jalo las esquinas...

casual

"Curiosidad casual"... A quién le importa. Y a quién le interesa el origen de mis modos o ellos en sí. A nadie le produce una rosa, ni un mísero pétalo que roce una mejilla (y veo los árboles y jardines verdes, más verdes que el amarillo redondo que se oculta detrás, el cabello marrón ondeado y la libertad en las lágrimas más hermosas) en esta inmundicia.

Hay aceite cubriéndome. Me sofoco tanteando mentalmente la banalidad de una crítica hacia algo tan carnal. No sé si todos usen máscaras y si, al quitárselas, serían más yo que ellos, pero no concibo sus formas. El aceite empieza a luchar por fluir-me como un río y las uñas de mi gata tocan los cajones de madera... ¿Qué soy? ¿Qué es de esta sustancia en decadencia y las horas que me han pasado por el hombro, los ojos y debajo de las piernas? Que algo cierto he escuchado en estas horas: me mantengo en una frialdad tan ridícula que mejor sería que fuese a morir, pero los miedos se han apoderado de mi reino de vida (una imagen de un libro con olor a viejo, celeste-verde y con historias de niños viola mis sesos). Que huyo al pasto solo idealmente, y me mantengo hecha un insecto, tragando desperdicios y bebiendo mi amargura. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no seguir, vaga o intensamente, con el juego? La tentación de competir, ¡qué tal pasatiempo! Sigo deseando que los relojes no existan sino solo el de un conejo blanco que me guíe, de algún modo, a otro mundo-

PD: Acepto conejos azules, también.

Monday, May 5, 2014

Bookends



Time it was
And what a time it was. It was
A time of innocence
A time of confidences

Long ago it must be
I have a photograph
Preserve your memories
They're all that's left you

Friday, May 2, 2014

Dear darkness


Dear darkness
Dear darkness
Won't you cover, cover
Me again?

Dear darkness
Dear
I've been your friend
For many years

Won't you do this for me?
Dearest darkness
And cover me from the sun

And the words tightening
The words are tightening
Around my throat

Thursday, May 1, 2014

Fletus

Me duele y me pesa tanto. Me da náuseas. No sé qué. Solo sigo recordando la noche en la que tomé todas esas pastillas. Algo se revuelve en mi interior mientras cobro conocimiento de que mis amistades se empiezan a desvanecer. Nadie sabe. Nadie tiene una idea, y se han reunido en mi ausencia. Nadie sabe de esa noche.

Cómo quisiera que la muerte no supusiera dolor o probabilidad de error. ¡Maldita madre la mía que decidió tenerme para arreglar su maldito matrimonio! ¡Maldita! ¡Maldito mi padre por acceder! Me pregunto por qué, basado en lo que me dijo mi madre, en las noches en las que quería agarrar un cuchillo y matarse, no comenzó por matarme a mí, que no tenía la culpa de nada, y merecía morir primero. Cómo odio todo y le temo a todo. Soy una maldita cobarde, hedonista exagerada y no me interesa. ¿Que nadie entiende que no tengo a dónde voltear? ¿Nadie ve que mi existencia es un dolor aguantado? Estas noches, lloro por dos motivos: que, luego de mi última experiencia de intento de suicidio, le temo al momento anterior a la muerte, sobre todo si es duradero y tan doloroso como la última vez y, porque quisiera no existir. No se trata de un problema de autoestima. Esas son estupideces. El problema no soy yo, en esencia. El problema es que todo a mi alrededor es un conjunto de heces hechizadas parecer algo más, pero heces al fin. ¿Qué maldición es esta cosa, la vida, que me tiene casi obligada a vivirla, con tanto miedo y dolor, con tanto llanto aguantado y una soledad tan extrema que me pesa la humanidad que, desgraciadamente, me ha sido dada en demasía? ¿Por qué no se me dio el don de la insensibilidad o de la maldad natural? ¿Por qué he de esforzarme por hacerme tan monstruosa que pueda sobrellevar tanto dolor? ¡Cómo odio este mundo! ¡Cómo odio todo y a todos! Pero no hay nadie aquí que escuche el ardor en mis palabras. Nadie. Nadie. Nadie. Algo me tienta a huir por los árboles que percibo por la ventana. Quizá pronto le haga caso a esos instintos. Por ahora, y quizá la pena sea en parte la culpable, el cansancio me tiene lo suficientemente anesteciada como para permanecer inmóvil. No digo más.

Lullaby



Cross over and turn
Feel the spot, don't let it burn
We all want, we all yearn
Be soft, don't be stern

Lullaby
Was not supposed to make you cry
I sang the words I meant
I sang

Dimisit

Me despierto en medio de sueños y pesadillas. Sus rostros no se han desvanecido totalmente. Los detesto. Los detesto a todos. ¿Por qué no se largan en formas de humo y me dejan en paz? ¿Por qué, luego de toda mi tranquilidad, los temblores vuelven a mí y me dan tiniebla? ¡Cómo detesto recordar! Una nada de nadie, asquerosamente, recuerdo que nunca seré yo la elegida, que nunca habrá un filtro para llegar a mi esencia. Pero fuera de cualquier elección ajena, permanezco enclaustrada con mi arte de expulsión divina, sin iluminación o con ella: soy solitaria. Porque en rostros y torsos como los míos, solo cabe la sensualidad. Y porque, aun en lo que la trascienda, el que pueda ver es siempre un mero observador, o un débil que busca lagos rebosantes de letra y miel, incluso un poco de amargor. No podría decir que solo es en esta esfera que me encuentro desierta: sin las perlas anfitrionas, los amigos se largan. Hay mil dagas en mi cuerpo, pero ni un solo movimiento. Soy firme y fija. Estoy helada. Demasiado helada. He cerrado mis ojos para no ver. He cerrado mi boca para que mi aliento no deje sonar la humanidad que siempre me acorraló los modos y me hizo sentir intensamente. Soy un pedazo de hielo y mármol. Sigo el juego que me proponen. Ando en el placer y sonrío con éxtasis ante cada pedazo de masa y hemoglobina, como si pudiera saciarme en su extinción lenta; como si fuera a suprimirlos. No sé qué soy, pero sé que no soy la mujer que encuentra calidez o roces; sé que no soy la que es elegida, ni la que pertenece o a la que alguien pertenezca. Ni aún entre lazos sanguíneos, familiares o amicales. Creo, en parte, que es mejor no serlo. Es preferible tragarme la verdad. ¡Cállate, razonamiento escéptico! Ya te he mostrado la realidad. El resto de lógicas son banales. Déjame mecerme un rato con la idea. Déjame la pizca de sedación. No sé por qué necesito abrazarme a mí misma. No sé por qué siempre vuelvo a la misma habitación, con las luces apagadas, y lucho con puños y garras porque alguna lágrima caiga y libere a mi pecho del tumor de cristales que me trajo la maldición de la vida. Que yo fui un intento de enmendar lo roto, y siempre he estado rota. Nadie me da firmeza, pero yo soy firmeza. Nadie me da fuego, pero en mis ojos explota y sucumbe al resto de mi todo hasta que la vida que me sea un renacer tan harto de incendios que todo lo que pueda caber en mí sea el frío glacial, sanguinario y brutal. Mi cuerpo y sus tenores son de hielo. Pero ni lo gélido parece hacer desaparecer tanta condenación. En los anocheceres, me visitan formas endemoniadas, fantasmas del pasado con armas negras. ¡Qué asco la memoria y el veneno! Contribuyan a mi frialdad intensa, ustedes, llagas hambrientas, que me recuerdan que fui la nada de alguien. Realmente. Yo fui la nada de alguien. Fui esa basura, ese pedazo de caca, ese vómito hermoso que traía algo de arte a esa vida escasa e hinchada, al receptor más dulce y amargo. Qué barbaridad que yo aún me esfuerce por jugar tan fríamente. Quiero ser la maldita villana. Déjenme serlo. Déjenme ser la maldita serpiente de lengua bífida que ahorque lentamente al ser más indefenso. Quizá entonces yo también traiga el terror a las noches de otro ser, que me aborrezca y grite en el rojo y negro que la realidad es una estulticia vestida de estiércol comestible, que le di a tragar bruscamente y sin piedad, luego de que mis bordes dulces le estrujaran toda gota de sangre y lágrima, y que de mis astros brotaran miles de cristales que mostraran el reflejo de un yo amarillo y colmado de mar. No. No soy yo quien usa esos modos. En el susto del deceso, susurran mis vísceras y escucho sus llantos. He oído la voz de la muerte en la membrana más íntima. Logro recordar. ¿Cómo puedo beber tanta sangre, si recuerdo esa sensación viva? ¿Cómo puedo tragarme la maldita empatía que me ha condenado por tanto tiempo a ser una débil más? Que mi fuerza es una necedad. Busco el flujo ajeno para bañarme en él. Deseo la mirada de Lilith, y sus dientes, también. Siento que desfallezco mientras cambia mi estructura. Muero de miedo. Muero de miedo. ¡Muero de miedo! Y el monstruo en el que trabajo arduamente, conquistador de bordes y planos, que me sabía tan cercano, solo es un garabato sobre el que no logro decidir. Me espera un plato hondo de cereal con leche. Por ahora, este es mi único abrazo, mi único calor, mi único arrullo. Quizá, entonces, yo también sea libre.

Cubili

Ojalá no lo recuerde. Que no lo recuerden. No me encuentren. Me escurro en un lecho duro y ya no encuentro vestigio de mi sangre. Se ha ido, pero retorno a unos meses pasados, con un cigarro en la mano y dos cajas repletas al lado, una lata traída de China con datos históricos como cenicero, las cortinas apagadas, el pijama puesto, la puerta cerrada y el cuerpo semi-extendido, en una posición algo incómoda, para poder sostener la laptop en la que ahora escribo. Me proyecto a deleitarme con un diálogo de insania. Acabo de percatarme de que sigo con sueño. ¿Por qué tuve que despertarme en medio de la madrugada, y no ir a dormir sino prácticamente a las 6 de la mañana? Y, claro, como nadie pretende hacerme la vida fácil, me despiertan en el día de feriado para preguntarme si tengo deseos de ir al campo. Obviamente, no los tengo. No significa que no me guste el campo. Amo el campo. Amo la brisa fría en un día soleado, la tranquilidad y el silencio, los animales silvestres y los prados verdes. Pero todo sería más sencillo si no tuviera que socializar; si no se esperara que hable o ponga una sonrisa en el rostro. Me pesa la respiración. Maldita sea. Sueno como si estuviera dormida. Hoy el día se me hace largo, y así quiero contenerlo en mi mente, porque se me suelen desvanecer entre los dedos los días libres, sea que fueren otorgados por algo externo, o por mí misma... ¿Será que sueno ridícula? Porque me siento ridícula. Me siento excesivamente ridícula, estúpida, absurda y somnolienta. El humo me ha de haber conquistado. No importa. No importa nada.