Thursday, May 1, 2014

Fletus

Me duele y me pesa tanto. Me da náuseas. No sé qué. Solo sigo recordando la noche en la que tomé todas esas pastillas. Algo se revuelve en mi interior mientras cobro conocimiento de que mis amistades se empiezan a desvanecer. Nadie sabe. Nadie tiene una idea, y se han reunido en mi ausencia. Nadie sabe de esa noche.

Cómo quisiera que la muerte no supusiera dolor o probabilidad de error. ¡Maldita madre la mía que decidió tenerme para arreglar su maldito matrimonio! ¡Maldita! ¡Maldito mi padre por acceder! Me pregunto por qué, basado en lo que me dijo mi madre, en las noches en las que quería agarrar un cuchillo y matarse, no comenzó por matarme a mí, que no tenía la culpa de nada, y merecía morir primero. Cómo odio todo y le temo a todo. Soy una maldita cobarde, hedonista exagerada y no me interesa. ¿Que nadie entiende que no tengo a dónde voltear? ¿Nadie ve que mi existencia es un dolor aguantado? Estas noches, lloro por dos motivos: que, luego de mi última experiencia de intento de suicidio, le temo al momento anterior a la muerte, sobre todo si es duradero y tan doloroso como la última vez y, porque quisiera no existir. No se trata de un problema de autoestima. Esas son estupideces. El problema no soy yo, en esencia. El problema es que todo a mi alrededor es un conjunto de heces hechizadas parecer algo más, pero heces al fin. ¿Qué maldición es esta cosa, la vida, que me tiene casi obligada a vivirla, con tanto miedo y dolor, con tanto llanto aguantado y una soledad tan extrema que me pesa la humanidad que, desgraciadamente, me ha sido dada en demasía? ¿Por qué no se me dio el don de la insensibilidad o de la maldad natural? ¿Por qué he de esforzarme por hacerme tan monstruosa que pueda sobrellevar tanto dolor? ¡Cómo odio este mundo! ¡Cómo odio todo y a todos! Pero no hay nadie aquí que escuche el ardor en mis palabras. Nadie. Nadie. Nadie. Algo me tienta a huir por los árboles que percibo por la ventana. Quizá pronto le haga caso a esos instintos. Por ahora, y quizá la pena sea en parte la culpable, el cansancio me tiene lo suficientemente anesteciada como para permanecer inmóvil. No digo más.

No comments:

Post a Comment