Friday, April 18, 2014

Poena

No tengo mucho que decir. No importa la infinidad de cosas en mi mente.

Quizá ella piense que estoy muerta. Mejor. Quizá todos lo piensen. Hay un refugio en la parte más blanda de mí. Contemplé el cielo hace un momento, pero mi cuerpo no alcanza. Mis ojos, mis manos, mis piernas, mis pies... Todo en mí está derrotado. Quiero hacer daño. Quiero hacerme daño. Quiero tragarme el veneno que respira el árbol que trepaba de niña. Cómo lo recuerdo... Cómo recuerdo eso. No sé si era del todo feliz. Solo recuerdo ese parque y ese árbol, el de la rama izquierda partida y tan gruesa... Pienso en visitar su tierra. Muchas veces, lo pienso, de verdad. Me apena demasiado que siempre acabe tan inmóvil, con mis formas más banales y todo lo nuevo que me roza. Pero aquí quedo, inmóvil. Inmóvil y con mil excusas.

Una melodía me jala el corazón. Me inunda un deseo de llorar. Escuché un llanto desconsolado esta noche, pero no me dio ni un pedazo de tristeza. Creo que esa mujer debería morir. La muerte no tiene por qué ser algo tan trágico, insisto. Creo que debería morir porque ha llegado a un momento en el que solo sirve de estorbo. No me dan pena sus llantos ni una pizca. Nada. Poco me importa que eso suene terriblemente mal. No voy a fingir un valor que no poseo. Si ya perdiste todo, mujer. Tu vida solo está hecha para traer amargura. Tu cuerpo y alma están trastornados y llenos de amargura. Te crees fuerte por crearte formas de hacerte útil. No eres nada. Eres una nada. Parecida a mí. ¿Qué nos diferencia? Quizá que yo parezco más mierda, solo por ser honesta. Tú eres la verdadera maldad escondida. Te confiero el título de caballo oscuro. No te preocupes. Pronto yo seré una, también. Aprenderé a mentir. Aprenderé a manipular terriblemente. Quizá entonces sea más fácil acabar con seres como tú. Perdóname. La idea de no tenerte más me sabe hermosa. Me disculpo de nuevo. Soy terrible, horrible. Soy un monstruo. La bondad no habita en mí. Si alguna vez fui alimentada con ella, la he de haber vomitado en algún otro momento. Quizá sea tan diferente que soy inmune a ella.

Puedo imaginar miles de cosas. Puedo sumergirme en otro mundo. No quiero llorar. Se me cierran los ojos para sentir la canción, pero la pena no se desvanece. Pierdo el tiempo con máscaras ajenas que hablan y sonríen. Hoy empujé a un borracho en la calle. El sujeto se puso en mi camino y me hablaba. Lo empujé contra la pared. Hablé con otro grupo de extraños luego. Sigo hablando con extraños. Ahora también les escribo a ustedes, forasteros, grupo de especímenes invisibles. Solo imaginaré que son hadas asexuadas que vuelen en mi mundito. Así, tal vez, alguna compañía tendría por dentro. Pero cada ser que logre que de mí brote palabra está tan lejano... No me interesa nada. Siempre parezco apuntar a un calor inexistente. No existe en mí tal capacidad. No la existe en nadie. Todo es una asquerosa ficción. Todos son una farsa. Me duelen estas notas, pero la pena no se desvanece.

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