Friday, April 18, 2014

Larvas

Y de vuelta como una tormenta. Todo empieza a despintarse. Cada milímetro de tela ha sido arrancado. No hay nada que me cubra; nada que me sostenga.

De pronto todo tiembla y me encuentro tan yo, tan al rincón, tan pequeña, tan niña, tan siempre. Huelo mi final. ¡Maldito signo, que profetizas estabilidad! ¡Maldito grupo territorial en el que crece esta bestia! ¡Maldito mi padre! ¡Maldita mi madre! ¡Maldita yo! Maldita esa vieja que abre las uñas sobre la garganta de mi padre y hace hervir su sangre y la sangre de todo aquel que lleve la suya contra mí. Mi arrullo es el silencio melódico de unas canciones. Escondo los parlantes. Escondo mis pies. Escondo la luz. Clío no está. Mi única amiga real, que ni siquiera vela por mí. Todo se desvanece y contemplo herramientas y modos horrendos. Sus palabras retumban en mis oídos una y otra vez.

-"Le tengo miedo. Ella es mala. Ella es mala. ¡Ella es mala!"

Nunca podría ser tan mala como tú. Tres de las miles de veces que traté de matarme de niña fueron tu culpa, enteramente tu culpa. Mi serenidad solo está en ignorarte, pero ignorarte despierta un veneno de víbora en ti. No importa cuántos pasos haya dado. No importa. No importan. No importo yo. Aun si lograra matarte, nada me libraría de ti, y por eso siempre traté de acabar conmigo. Esperar me parece tan ridículo. No sé dónde se supone que haya un refugio. De verdad, no lo sé. Y a ti te culpo por gran parte de todos mis males. A mi padre solo lo culpo por la imbecilidad. A mi madre, el abandono. Pero tú eres el verdadero demonio. De más está intentar concederme tal honor, madre de las bestias. Qué horror que aun mi bestialidad provenga de ti. El quid de esta bestia, de toda ella, proviene de ti. Pero los detesto a los dos, a los tres, a todos. Una parte de mi compasión se apiada a veces, pero no creas que es del todo real. No me creas nunca, porque yo no los amo. Que mi honestidad sea castigada una y otra vez hasta que aprenda, hasta que muera, hasta que me dé muerte, porque la vida, el juego que siempre me termino animando por jugar, no por principio ni por fin, sino por intermedio, me sabe tan brusca y maldita como un hoyo negro lleno de veneno. Mil realidades posibles vertidas en un maldito agujero. Si pudiera soñar para siempre, lo haría. Y si la inexistencia del tiempo crea la eternidad, cualquier muerte es una eternidad. Yo no quiero nada. Solo me calma el odio, el amor inculcado, un odio delicioso esperanzado por la continuación de un juego asqueroso. Quizá tengas razón. De verdad, no me importa perder. Puedo morir ahora mismo y tú vivir hasta que la muerte te toque del modo más suave. Pero si muriera, cómo detestaría que estés en mi funeral. Cómo estaría de asqueada si pudiera contemplar tu sucios ojos llorar, como esta noche, como tantas noches, solo para jugar tu rol. No. Si muriera, preferiría que nunca hallaran mi cuerpo. Prefiriría ser inalcanzable. Tú ganas. Eres la peor. No me engaño más. Tú eres maldad. Yo no merezco tal honra. No la merezco.

No comments:

Post a Comment