Tuesday, February 18, 2014

Stagnum

No estoy en contra de esa belleza... Mucho veo las aves y el mar, cuando se enternece como mantos que mecen el ritmo de mis astros. No le huyo al alba. No intento borrar el amarillo, aunque atraiga a esos seres marrones del pasto. Es a los seres con sonidos no inaudibles, que se enroscan con lenguas de barahúnda y un orden que no cabe en mi mente.

No le temo al blanco amarillo naranja cegador, ni a los prados que tanto hacen temblar mis dermis. Mucho me encuentro deseando todas estas cosas. Pero el viento negro azulado de la noche y las nubes rojas de silencio, el olor que ya no huelo por las cenizas de la lata que llevo al costado... Todos ellos se han vuelto tan habituales que parecen abrazarme cada vez más, o yo a ellos. Si pudiera ver a mis viejos amigos sin oír palabra, si pudiera usar a los seres del
ruido y ser usada, solo por necesidad, y si todos andaran sin verme y yo sin oirlos, quizá no estaría tan lejos.

Me sofoco con el fuego, respiro la peste. Qué peste tan hermosa, que me siente medio muerta, pero sensible.

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